Carisma y Misión de la Orden de
la Inmaculada Concepción
Nuestra vida, en
la Orden de la Inmaculada Concepción, siguiendo el ejemplo de nuestra Santa
Madre Fundadora, Beatriz de Silva, está orientada prioritariamente a la oración
contemplativa. Cristo es nuestra primera y principal ocupación. La oración es
el centro de nuestra vida, una oración llena de amor a Jesucristo, nuestro
único Esposo. Todas las cosas temporales, y el trabajo en particular que
realizamos, nos sirven de medios para acrecentar nuestro espíritu de oración y
devoción.
Nuestra vida contemplativa, está centrada en
la Persona, en la Vida y Palabras de Cristo el Señor, desde su concepción y
nacimiento hasta su muerte y resurrección. Él es nuestro gozo y la fuerza que
sostiene y da sentido a nuestra vocación contemplativa ayer, hoy y siempre.
Un rasgo típico
de la oración concepcionista franciscana es la “Alabanza amorosa al Señor”, que
a ejemplo de Santa Beatriz y San Francisco, las Concepcionistas no podemos
olvidar el universo entero que lleva impresa la huella de su Creador, a través
de sus obras. También la “Oración de Intercesión” está viva en el corazón de
las Concepcionistas, que a pesar de vivir en la clausura monacal, nuestra
mirada se dirige con bondad a todos los hombres, al mundo, a la Iglesia. Todas
las penas de nuestros hermanos tienen acceso a nuestra alma. Oramos por los
pecadores y, acogemos a los afligidos, a los pobres que acuden esperando de
nuestra oración, de nuestras palabras un consuelo para sus miserias. Nuestra
vida de Concepcionistas, tiene muy presente este aspecto de oración a favor de
la Iglesia y del mundo; pues éste es nuestro apostolado peculiar dentro de la
Iglesia.
Nuestra vocación
en el claustro no aísla ni cierra al amor de los que tenemos cerca ni de todos
nuestros hermanos que están lejos. En la jornada diaria de una contemplativa es
constante el recuerdo orante, el recuerdo vital pidiendo al Señor derrame sus
bendiciones y gracias abundantes en nuestra situación histórica, en las
realidades que entretejen nuestra vida de cada día.
Si las prisas
nos envuelven procuramos hacer un alto en el camino, hacer silencio en nuestro
interior para escuchar la voz de Dios que nos habla de otros valores que no son
de este mundo, para encontrarnos a solas con Dios. De ahí nace el valor de la
vida contemplativa.
Nuestra Orden,
abraza la vida de pobreza, humildad, penitencia y caridad, siguiendo las
huellas de pobreza y humildad de Jesús, nuestro Divino Esposo y, de María
Inmaculada, de quien nuestra santa Madre Fundadora fue tan devotísima y fiel
imitadora de todas sus excelsas virtudes. La Santísima Virgen María, después de
Cristo, ocupa un lugar privilegiado en la vida personal de cada concepcionista.
Además, en
nuestra vivencia radical del Evangelio, la comunión fraterna está fundamentada
en el gran amor que Dios nos tiene y, en amar y cuidar a cada una de nuestras
hermanas, con el amor solícito con que Cristo nos ama a cada una. La vida
fraterna es, pues, muy importante en nuestra vida contemplativa, porque es ¡un sublime
don vivir en Fraternidad!, en la que la variedad enriquece la unidad y conduce
a una vivencia auténtica de familia cristiana, como hijas del mismo Padre,
hermanas en Cristo por la savia y comunión del Espíritu Santo.
Para el mundo de
hoy, la vida contemplativa en clausura es como un signo de contradicción. Pero
a pesar de todo, existe todavía, una gran estima por esta forma de vida; pues, ¿qué
sería del mundo y de la Iglesia sin la existencia de la vida contemplativa?,
sería como un cuerpo sin pulmones o como una ciudad sin pararrayos. Además, la
iniciativa de nuestra vocación, la tiene Dios; es Él Quien llama y espera de
nosotras una respuesta libre y radical.
Nuestra vocación
de contemplativas, por tanto, es un don del Señor para bien nuestro y de toda
la Iglesia. Y con esta ilusión vivimos en el silencio, en la soledad y retiro
del mundo, teniendo muy presentes las necesidades de nuestros hermanos los
hombres por las cuales oramos constantemente.
Estamos, pues, consagradas a Dios
para contemplar y celebrar su amor y salvación; y es por eso que dedicamos el
tiempo más precioso del día a la liturgia, a la contemplación y a la oración:
contemplamos, cantamos y celebramos la gloria y salvación de Dios. El amor a
Dios y a la Iglesia es el secreto de nuestras vidas; amor que se transforma en
oración, en canto y contemplación; pero también es trabajo intenso: Hoy
fundamentalmente nos dedicamos a la repostería, venta de hostias y a la
confección de ornamentos sagrados.
En Conclusión: La vida
contemplativa: es encontrarse con Jesús de forma permanente, es dejarse
encontrar por el que antes has sido tú misma encontrada; ir tras Él, en lo
más simple y cotidiano de la vida, ahondando en ello, reconociendo a Dios
incluso en la rutina, en la monotonía de todos los días; contemplarlo no sólo
en esos tiempos que dedicamos exclusivamente a la oración, sino en la
simplicidad de lo que va aconteciendo, en el rostro de las Hermanas, en el
trabajo, en el estudio y la formación, en la cruz de las limitaciones, etc.
Todo esto no es sino un proceso que desemboca en la vida teologal, es decir,
en la experiencia única de que Dios vaya siendo más Dios en ti y tú más tú en
Él.
Dios nos ha hecho un gran regalo a todas
las contemplativas y contemplativos del mundo: Dios nos ha llamado
exclusivamente para permanecer con todos en Él… ¡Tú también puedes ser una de
ellas! ¿Qué esperas? ¡Decídete y dile Sí a Cristo que te espera! ¡No tengas
miedo, Él te dará las fuerzas necesarias y las gracias que más necesites para
serle fiel hasta la muerte! ¡Tú dile sí y Él pone lo demás…!
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¿cómo
se ingresa a la Orden de la I.C.? ¿A dónde se llama y con quien se habla para
entrar al Monasterio?
Querida joven,
si tú sientes en lo más íntimo de tu ser, este ardiente anhelo de entregarte
sin reservas al servicio exclusivo de Dios, en un estilo de vida más radical
como el nuestro, a través de la oración incesante, oculta, silenciosa y
escondida a los ojos del mundo para ser sólo vista por Dios, para la salvación
de todas las almas, ¡no lo dudes más y ven a hablar con nosotras! ¡Te esperamos
en el Jr. Guillermo Urrelo 880 de esta ciudad de Cajamarca! ¡Estamos dispuestas
a brindarte todo el apoyo espiritual que necesitas para discernir tu vocación!
Contáctate con Madre Abadesa, María Ángeles Castro. Llámanos al 363490 a
partir de las 9:00 am hasta antes de las 12 del medio día y por las tardes de
4:00 pm. a antes de las 6:00 pm o escríbenos al E.mail: concepcionistas-cajamarca@hotmail.com
Después de
establecer contacto contigo, a través de entrevistas personales, te podemos
permitir ingresar con nosotras para
realizar una experiencia vivencial de nuestro carisma y misión concepcionista,
por un período de 1 mes a 3 meses, si tú así libremente lo decides.
¡Ya lo sabes!
¡Nuestras puertas están abiertas para ti! ¡Nosotras te esperamos, y Cristo te
necesita! ¡Arriésgate sin vacilar! ¡De verdad, vale la pena optar por Cristo y
por su Reino! ¡Él es nuestro único Tesoro y nuestra infinita recompensa! ¡Él
nos llena plenamente y nos hace felices eternamente!
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